sábado, 26 de abril de 2008

Dos voces que se susurran
Dando gritos de silencio
Contenido y de amargura.
Una lágrima y un beso
Resbalan por tu mejilla,
Y en tus rojos labios tersos
Se adivina una sonrisa
Que estremece y que da miedo.
Una luz brilla en tus ojos,
Una imagen del recuerdo
Del día en que nos quisimos.
Te aprieto contra mi pecho,
Te cojo las blancas manos,
Te digo en el tono quedo
Del que se sabe vencido,
Que en el mundo de lo eterno
Un instante es una vida
Si te abrazo, si te siento.

domingo, 20 de abril de 2008

Ese gran piélago verde

Un inmenso mar de Vida,
Se dibuja en tonos verdes
De esmeralda bien pulida,
De esperanza y de deleites,
Frente a mi turbia mirada
Que antes miraba sin verte.
Aguzo el rapaz oído
Y el eco se escucha tenue
Del siseo de tus labios
Que murmuran quedamente
Entre dos luces. Sonríes
Mientras que soñando sientes
Que nuestras almas se tocan
Como se tocan a veces
Dos amarillentas hojas
Alzadas por el lebeche.
Me agazapo en el silencio,
Me atrinchero en el presente
Y, huyendo de mi pasado,
Un pasado que es de nieve,
Palpo a tientas un futuro
De amor, de vida y de muerte.
Un reflejo de tus ojos
Riela en mi alma que quiere
Decirte con voz callada
Que en las ondas, que en el leve
Suspirar del mar de plata,
Te ve, te toca y, a veces,
También creyó que podría,
¡Qué tonto iluso!, tenerte.
Embriagado de ese aroma
Que despides y que envuelve
La noche en sábanas blancas
De un raso suave que duele
Oigo el quedo golpeteo
En los cristales. Ya llueve.
Otra vez el mar eterno
Toma forma y se aparece
Y ya no estás en las olas,
Ni en la bruma, ni se mueven
Nuestras almas al compás
De ese gran piélago verde.

En Tres Cantos, 20 de abril de 2008