martes, 25 de diciembre de 2007

Miles de coros celestiales

Miles de coros celestiales suenan
como los ángeles en mis oídos.
Ríos de gozo discurren por mis venas;
¡corriente que me arrastra hacia el olvido!

Mil hormigas corretean libremente
bajo la piel y estómago; un cosquilleo.
Mariposas revuelan en mi mente ,
mariposas que me llenan de deseo.

Un suave aroma colma mis sentidos,
aroma a ti, de fresa, delicado;
fragancia de lo puro, del olvido.

Piel de seda, cielo aterciopelado.
¡Ángel con dos luceros revestido
que me lleva al mundo de lo sagrado!

Esta noche

Esta noche quizá vuelva a soñar contigo
y quizá también vuelva a tenerte entre mis brazos,
a besarte y a decirte en bajo que te quiero,
sin tapujos ni a escondidas ¡con arrojo!
El corazón en un puño y mi mano... ¡en rojo!

Sin embargo, no puedo conciliar el sueño
y eres tú quien no me deja,
¿acaso no deseas nuestro reencuentro?
¡Entonces déjame, sal de mi cabeza,
no me provoques con tu dulce sonrisa y mirada traviesa!

Mil noches ya he pasado en vela, cielo mío,
firmamento negro, oscuro, sin estrellas.
Mi ventana es ahora una ventana hacia la muerte
desde el mismo instante que soñé con nuestro amor.
Miro al suelo, tan profundo;
¡Dios, llévame de este mundo
y acaba con mi dolor!

Así eres tú, mi amor

Como ligera avecilla que canta
así eres tú de frágil, dulce, amada.
Y no encuentro una tal belleza dada
en reinas, princesas, damas o infantas.

Como la brisa en noche de verano
así eres tú: fresca, ligera, suave.
Gran privilegio es ser yo quien te alabe,
quien te bese y te coja de la mano.

Como el ardiente sol que me ilumina,
como refrescante lluvia que cae,
como un brillo, un eterno resplandor,

como la mano de Dios, que es divina,
y los gozos y penas al par trae,
así eres tú en mi vida, ¡dulce Amor!

Sueño

Sueño un mundo, circunspecto,
que conmueva el intelecto,
que transforme lo inmutable,
que espere de lo imposible
una verdad muy probable.

Peloponeso

Himnos de batalla, atambores suenan
y retumban. El hierro contra el suelo
junto al peán lacedemonio atruenan
los oídos causando un gran revuelo.

El fiero Marte y la arquera Artemisa
se dan cita en el llano. La panoplia
refulge: grebas, hoplón y sarisa,
cimera en el yelmo al viento que sopla.

Atenienses, no temáis hoy las parcas
que la vida es pelear, y la Fortuna,
junto a la Fama, están de vuestro lado.

Y si acaso en la Estigia veis la barca
de Caronte, estad orgullosos, que una
muerte en liza es honor, es algo honrado.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Por el mar de la amargura

Agudas flechas apuntan hacia mi pecho
rígido, contraído en busca de piedad.
La fuga: atravesar desfiladero estrecho
y la ardiente pira de mi felicidad.

¿Y si mi piel crepita y ruge entre las llamas...?
¿Y si mi corazón cesara de latir...?
La ardiente llama del amor el alma inflama.
¡Qué penoso, a veces, resulta decidir!

Mi pobre corazón late y vive encogido,
yerto y asustado; abrasado de puro amor.
¿Y por qué?, ¿cuándo? ¡Oh, Dios, qué sin sentido
es morir la vida al compás de este dolor!

Las flechas vuelan, clavan prestas su veneno
que ahoga, anega, el frágil centro de mi cordura.
Vivo herido de muerte y naufrago en el cieno
de ese gran océano llamado amargura.