Oigo las gotas que, mientras te arrullo,
Se estrellan sin pudor en las ventanas;
Se ríen, se saludan entre hermanas,
Y terminan muriendo en un murmullo.
Tú sueñas un vergel de horas mundanas
en silencio, con mi silencio y el tuyo.
Sueñas con esa rosa, que aun capullo,
Murió sin dejar rastro hace semanas.
Te agitas en mis brazos y te estrecho
Ante el oscuro umbral del nuevo día.
Tus lágrimas resbalan por mi pecho
Y aspiro una vez más la sinfonía
Que, inconsciente, acompasa mi despecho
Al ver que ni soy tuyo ni tu mía.
lunes, 7 de julio de 2008
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