Entre cerros, quebradas, voy cercado;
riscos, peñas, me cierran el camino,
no hay escape. Mientras, trepo espantado
por salvarme de un lóbrego destino.
Las uñas se me rompen, y laceran
mis manos granitos inexpugnables,
bastiones de roca que donde quiera
que mire se yerguen imperturbables.
La vida se presenta antojadiza
y la duda se muestra en cada esquina
haciéndome perder la compostura.
La gracia de Fortuna me es huidiza
y el eco de mi voz se difumina
mientras caigo hacia el vacío, a la negrura.
martes, 1 de enero de 2008
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