Claras fuentes de agua limpia cristalina
son tus ojos. Dos luceros, maravillas
de este mundo tenebroso que iluminan
las sombras. Dos lucernas que en ti brillan.
Manantiales son de un verdadero amor,
sincero. El mismo amor te profeso
yo, mi vida. ¿Puede haber algo mejor
que adorarte, mirarte con embeleso?
A lo largo de mi vida nunca he visto
cosa alguna que te alcance o que te iguale
en destrezas, en gracias o hermosura.
Creéme pues si te digo que yo existo
por ti y para ti. Así que nada me vale
más que poder amarte con locura.
martes, 1 de enero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario