Madre Tierra ante ti me encojo, aletargado, entregado al entendimiento
de lo oculto en el olvido, ahogándome por dentro, entumecido.
Perdida toda esperanza, ya no espero alcanzarte, ni entenderte,
pues has de saber que es mi tiempo finito.
Bien sabes tú que si supiera cómo te daría todo lo que tengo, todo,
por comprender mi destino, por saber que mi mente es libre de pensarse.
Ciego voy por tus caminos, arrastrándome; las manos llagadas, el semblante
triste, y brillantes lágrimas en los ojos.
Mas desistir hoy es palabra non grata en mis oídos, y mi corazón arde
pues espera que tú vengas al fin a mí, Gran Saber de nuestro Mundo.
Así es que si vuelves muéstrate tal como eres y dime qué escondes;
responde: ¿aun seguimos siendo hombres?
martes, 1 de enero de 2008
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